“…Un primer paso para ello implica la construcción de espacios seguros donde su voz sea considerada autorizada en los procesos educativos de trasformación (Susinos, 2009;Susinos y Rodríguez, 2011;Fielding, 2015;Coiduras, Balsells, Alsinet, Urrea, Guadix y Belmonte, 2016;Robertson, 2017). Esto hace necesario repensar los espacios, físicos y metafóricos de participación escolar, así como cuestiones de poder acerca de quién tiene derecho a tomar decisiones, cómo usar ese poder y quiénes están relegadas/os a permanecer en silencio (Bernstein, 2000;Groundwater-Smith, 2011).…”