IntroducciónEl caso de Barcelona es un ejemplo de las dificultades para gobernar las áreas metropolitanas y nos demuestra, una vez más, la diferencia entre la ciudad real (la que se extiende más allá de los límites administrativos) y la ciudad administrativa (en este caso los 97,6 km 2 del municipio barcelonés, 90 km 2 reales sin el parque de Collserola). Para entenderlo, es necesario recordar brevemente las distintas fases de transformación y crecimiento que ha sufrido la ciudad. Hay tres períodos clave para la historia de Barcelona: la ciudad medieval, ciudad amurallada, comercial y artesanal, da paso a la ciudad industrial burguesa que rompe el corsé de sus murallas para crecer hacia el llano y romper con la sospecha sobre su lealtad tras la Guerra de Sucesión. Es el perío-do de la revolución industrial, la expansión de la ciudad, el Plan Cerdà, la ubicación de industrias, la inmigración. En definitiva, la ciudad inacabada que sobrevivirá a duras penas los años de expolio del franquismo. Finalmente, la ciudad democrática, olím-pica y terciaria, en la que se produce el cambio de la industria por el sector servicios, aumenta la importancia de las dinámicas económicas internacionales y entra en juego la visión metropolitana como elemento de competitividad. La ciudad del siglo XXI, transformada en ciudad del conocimiento.