“…Schmitt condena una subjetividad política que representa el valor de la política impuesto por la estética, que extralimita sus acciones especiales. Schmitt construye lo político en exacta oposición a lo que considera como romanticismo político (Campe, 2016) y se interesa especialmente en destacar el valor del cual emana toda energía política: "la política es la esfera de acción que se atiene a la norma de la justicia como su dios propio y superior. Ese es su espíritu, aunque como tal tiene diferentes interpretaciones y, por eso, acoge diferentes luchas" (Villacañas, 2008, p.68).…”