“…Estos resultados contrastan con estudios previos realizados en países emergentes y desarrollados, en países emergentes se ha destacado el tamaño de la universidad y la movilidad de estudiantes y profesores como los elementos asociados al capital intelectual que más incidencia tiene sobre el desempeño investigativo (Cricelli et al, 2018), mientras que en países desarrollados se ha resaltado la importancia del capital estructural, particularmente de bases de datos, sistemas de información, entre otros (Bezhani, 2010;Andreeva y Garanina, 2016). Este contraste obedece a que los estudios que se han hecho hasta el momento en el ámbito universitario que se analizan la incidencia directa de los activos de conocimiento sobre los resultados en investigación (Cricelli et al, 2018), se concentran en los indicadores de capital intelectual, pero no consideran de forma específica la gestión de ese inventario como se ha planteado en el presente artículo. En otras palabras, el enfoque tradicional no aborda de forma directa los activos intangibles o conocimientos que son la columna vertebral del concepto de capital intelectual, lo hace de forma indirecta construyendo indicadores a partir de elementos tangibles, por ejemplo una base de datos como indicador de capital estructural (Andreeva y Garanina, 2016).…”