“…Así, en los modelos animales, se han observado cambios morfológicos importantes que explican el bocio, dentro de los cuales destacan: vacuolización y un aumento del tamaño de los folículos con un aplanamiento del epitelio folicular tiroideo ante exposiciones a concentraciones superiores a 150 mg/l 7 . Al comparar marcadores de disfunción tiroidea entre los grupos de ratas expuestos y no expuestos, estos estudios demuestran mayor peso de la tiroides en todos los grupos expuestos, independiente de la concentración de nitrato administrada y disminución de la actividad de la peroxidasa tiroidea (enzima que cataliza la reacción del ion yoduro a yodo para su incorporación a las precursoras de las hormonas tiroideas en la glándula), disminución de T4 total, sin resultados consistentes respecto a T3, observándose concomitantemente un aumento de la TSH y excreción urinaria de yodo, dando cuenta de la menor capacidad de la tiroides de utilizar este ion para sintetizar las hormonas 1,7,8 . Respecto a estudios en humanos, destaca un sólo estudio clínico randomizado, realizado en los Países Bajos en el año 2007, en el cual se dividen los individuos en 2 grupos de 10 personas, a los cuales se expone a nitrato en altas concentraciones (15 mg/kg por 28 días a beber en agua) junto a una dieta restringida en yodo, mientras que, al otro grupo se le entrega un placebo (agua destilada), siguiendo la misma dieta que el grupo experimental.…”