“…En consecuencia, se asume que la Universidad sigue siendo un referente social de progreso (Acosta, 2016;Pérez y Castaño, 2016), que no está separada de los procesos de transformación integral y global (Murga-Menoyo, 2017) y, aun-que muestre obsesión por los rankings e impactos (Ginés-Mora, 2018), se empeña en transmitir y socializar conocimiento desde un sentido educativo integral (Pérez y Castaño, 2016). Claro está, no se deja de aceptar que, como institución humana (Ginés-Mora, 2018), el sentido de crisis ha estado presente en ella y, con esto, los intentos reformistas desde hace más de treinta años (Hösle, 2018) permiten asumir como punto de discusión, si lo que está haciendo con la educación es realmente correcto, considerando todas las alternativas y posibilidades (Esteban, 2018).…”