“…El trabajo académico sobre el comportamiento informativo y medial durante los desastres puede agruparse en al menos cuatro vertientes. En primer lugar, desde la unión entre las Ciencias Sociales y los medios de comunicación, con trabajos que analizan el sentido cultural y político de los desastres (Quarantelli, 1987;Dussaillant & Guzmán, 2014;Pantti, Wahl-Jorgensen & Cottle, 2012;García-Santa, García Cuesta, & Villazón-Terrazas, 2015;Ewart, McLean, & Ames, 2016;Martínez-Solana, Frazão Nogueira, & Valarezo, 2017); en segundo lugar, desde la calidad de la información y los focos de las historias que presentan los medios (García-Santamaría, 2010;Heinzelman & Waters, 2010;Oh, Kwon, & Rao, 2010;Pellegrini, Puente, & Grassau, 2015;Alkali & Habil, 2016;Odriozola-Chéné, Gutiérrez-Atala, Domínguez-Panamá, & Pérez-Arozamena, 2019); en tercer lugar, desde los aspectos éticos y enfoques sensacionalistas que algunas veces adopta el tratamiento informativo de los desastres y crisis (Newhagen & Reeves, 1992;Grabe, Zhou, & Barnett, 2001;Yez, 2013;Etchegaray & Matus, 2015); y, finalmente, desde la casuística que permite que la academia aporte la mirada particular desde eventos individuales a un fenómeno general (Walters & Hornig, 1993;Houston, Pfefferbaum, & Rosenholtz, 2012;Cant, 2016;Krajewski & Ekdale, 2017). Para el análisis de estas cuatro vertientes, se han agregado a los soportes tradicionales -prensa, radio y televisión-, con fuerza, los trabajos de investigación que incorporan a las redes sociales al análisis informativo en desastres (Endo, 2013;Tanner, Friedman, Koskan, & Barr, 2009;Muralidharan, Rasmussen, Patterson, & Shin, 2011;Castillo, Mendoza & Poblete, 2011;Bruno, 2011;Thomson et al, 2012;Bruns & Burgess, 2012;Crawford & Finn, 2015;<...>…”