El fin de la llamada cultura moderna coincide, en el siglo XX, con el surgimiento del nuevo espacio público configurado desde los medios de comunicación. El ecosistema mediático se convierte en lugar privilegiado donde detectar las señales de una situación de cambio social. La situación invita a revisar la función que corresponde a la comunicación pública equilibrando su carácter de mediación y su carácter activo; así como a señalar las claves para interpretar su función representativa, en un momento en que las tendencias sociales indican propuestas para un cambio de época.