“…Crissien-Quiroz et al (2017) afirmaban que niños y niñas de 4 a 12 años suelen mostrar deficiencias motoras a nivel de praxia fina, praxia global, esquema corporal, equilibrio, y un déficit en el tono muscular, limitaciones que, según Kruger et al (2019), presentan una correlación positiva con el nivel de afectación del TEA (mayor limitación a mayor afectación del trastorno). Si bien hay estudios que destacan las virtudes de deportes colectivos como el fútbol (Howells et al, 2020) o el baloncesto (García Obrero & González García, 2021), parece evidente que los mayores beneficios de la práctica deportiva en personas con TEA proceden de deportes como la natación, atletismo, ciclismo o juegos lúdicos (Fessia et al, 2018), o, dicho de otro modo, actividades o deportes no complejos, que no exijan una rápida toma de decisión o donde los requerimientos a nivel motor puedan controlarse de una mejor forma (capacidades perceptivo--motrices o habilidades motrices básicas), evitando situaciones que puedan provocar frustración, rechazo o desmotivación (López Díaz et al, 2021).…”