“…Este crecimiento demográfico generará una demanda de vivienda en la región que resultará en transformaciones espaciales y funcionales en el uso del suelo, en particular en el cambio de áreas no urbanas (áreas agrícolas, bosques naturales o humedales) en áreas urbanas (por ej., de usos residenciales, industriales y/o de servicios) (Banzhaf et al, 2012). En conjunto, con estos cambios ya se observa la pérdida de servicios ambientales, tales como la infiltración de aguas pluviales, la mitigación de islas de calor y la conservación de la biodiversidad en algunas zonas de la ciudad (Ebert, Welz, Heinrichs, Krellenberg & Hansjürgens, 2010;Krellenberg et al, 2013). Estas tendencias influyen en la cantidad e intensidad de los peligros de inundaciones, calor extremo y/o aluviones (Romero, Moscoso & Smith, 2009) y, a la par, se incrementa la exposición de los habitantes a dichas amenazas.…”