“…De ahí entonces el énfasis puesto por varios autores en esta primera etapa de la adolescencia, como momento de fragilidad psíquica que permite profundizar en una serie de manifestaciones psicopatológicas que tendrían su primera expresión en este período (la locura puberal, Gutton, 1993;el breakdown, Laufer, 1983; patologías del actuar y de la dependencia, Jeammet, 1990; unidad estructural de la anorexia y de la bulimia, Brusset, 1998; versión melancólica de la histeria femenina, Chabert, 1997) La emergencia pulsional puberal no sólo conllevaría una reviviscencia de la conflictiva edípica, sino también "la posibilidad del resurgimiento angustiante de cercanía fusional con el objeto primario" (Richard, 2007, p. 101), es decir, lo arcaico. De este modo, el recuerdo de aquella sincronía primaria establecida entre los ritmos de la madre y el bebé sería vivido como desubjetivante.…”