“…Esta realidad coincide de alguna manera con lo descrito por Brunner y Elacqua (2003), siendo obvio que quizás esté ocasionando en los niños y niñas, manifestaciones de conductas inapropiadas en el aula de clases: agresividad ocasional, episodios de tristeza y melancolía o miedos, inseguridad de sí mismos, concordando con lo planteado por Acuña-Collado (2016), quien confirma que la situación de los estudiantes que provienen de hogares vulnerables afectados por factores como la pobreza, exclusión social, marginalidad, hogares monoparentales con jefatura femenina o consumo de bebidas alcohólicas, estupefacientes, entre otras cosas, ocasionan en ellos, manifestaciones socioafectivas poco adecuadas en los ambientes escolares. Particularmente, a través de sus observaciones no sistematizadas en su práctica docente, ha evidenciado que sus estudiantes de preescolar presentan episodios de agresividad muy consecutivos; agreden a sus compañeros con golpes, patadas, empujones o haladas de los cabellos, pero también parece que se ha instalado en ellos, la tristeza, la melancolía y la poca motivación para realizar sus actividades escolares.…”