“…Es decir, estos pacientes a nivel de bienestar físico y de funcionamiento cognoscitivo pueden desempeñarse en las diferentes tareas en las que participan sin dificultades significativas (Estado de salud y actividades diarias), tienen cierto bienestar consigo mismo y con aspectos de su vida familiar, social, laboral y sexual (Satisfacción), y tuvieron las posibilidades de contar con ayuda emocional, económica y de atención en el momento que lo requirieron de manera oportuna a su sentir (Apoyo Social). Además, hubo en ellos una afectación normal o la esperada respecto a los tratamientos para el manejo de la epilepsia en relación a las manifestaciones físicas, cognoscitivas, emocionales y comportamentales que se dan como resultado de la ingesta de los medicamentos anticonvulsivantes (Efectos adversos de los medicamentos), a nivel general la epilepsia y su tratamiento no le generaron a estos pacientes alteraciones significativas en los diferentes aspectos relacionados con su vida diaria (Impacto de la epilepsia).sión y ansiedad), alteraciones cognitivas, estigma social y apoyo social, la situación laboral y preocupaciones por los efectos secundarios a nivel físico y mental de la medicación antiepiléptica que influyen en la calidad de vida de esta población (Cramer, et al, 2003;OliverosCid, et al, 2005;Ríos y Hernández, 2005;Mosaku, et al, 2006;Gil-Nagel y Marinas, 2006;Huang, et al, 2007;Guekht, et al, 2007). Otros estudios han planteado que hasta un 44% de los pacientes pueden estar preocupados por los posibles efectos adversos de su tratamiento (Baker, Jacoby, Buck, Stalgis y Monnet, 1997).…”