“…De igual forma, el uso de la biodiversidad por parte de las comunidades humanas constituye un importante reservorio de conocimiento y representa una fuente potencial de productos aún no descubiertos, de los cuales puede derivarse el desarrollo de nuevos ingredientes naturales alimenticios y cosméticos (Ocampo et al, 2013;Biointropic, 2019;Rojas et al, 2020), y posibles medicinas (Pino-Benítez y Córdoba, 2007;Bero et al, 2009;Castañeda et al, 2012). No obstante, los cambios demográficos y las variaciones en el estilo de vida, así como la pérdida de interés por el conocimiento tradicional, pueden ser motores que están erosionando cada vez más la sabiduría propia de las costumbres tradicionales (Krohmer, 2004;Arias-Toledo, 2009;Serna y Mosquera, 2013;Millán-Rojas et al, 2016;Galvis-Rueda & Torres-Torres, 2017). Dicho abandono de prácticas tradicionales se concibe como un factor que fomenta la disminución y la pérdida en la transferencia del conocimiento tradicional que las comunidades tienen sobre las plantas, lo cual, a su vez, contribuye a que se reduzcan los conocimientos sobre las formas de gestionar y conservar las especies, así como las contribuciones de la naturaleza a la sociedad (Reyes- García, 2009;Millán-Rojas et al, 2016;Cámara-Leret et al, 2019).…”