“…Producto de ello, se han creado y adaptado nuevas formas, nuevos procesos capaces de lidiar con la nueva normalidad.En este sentido, los diversos sectores productivos se han visto afectados significativamente; y en los países con economías emergentes, cuyas desigualdades sociales se encontraban históricamente respaldadas por estructuras que consolidaban las brechas socioeconómicas (tácitamente), se han visibilizado cada vez más(Arriagada, 2020;Cifuentes, 2020;Tejedor et al, 2020), tal como sucede en el caso peruano(Jaramillo y Ñopo, 2020;Delgado, 2020). A ello se puede sumar que los confinamientos obligatorios, en sus diversos niveles y rigidez, han ocasionado estragos en la salud mental de los ciudadanos(Vásquez et al, 2020;Nascimento et al, 2020;Huarcaya-Victoria, 2020).Las políticas de contingencia que han ido ejecutando las diversas naciones en distintos sectores (como el económico, laboral, salud), han generado que en algunos casos puedan mitigar los impactos; sin embargo, en el sector educativo, los actores involucrados (como son los docentes, padres, estudiantes y otros) han tenido que idear y adoptar diversas estrategias para compensar la presencia física en su práctica, esto a nivel básico(Arriagada, 2020;Cifuentes, 2020;Tejedor et al, 2020) y superior(Toquero, 2020;Del Arco et al, 2021;Bedregal et al, 2020;Sandia y Montilva, 2020;Juárez et al, 2012;Santamaria et al, 2020;Rueda, 2020;Martínez, 2020;Cruz et al, 2020). Todos ellos han reemplazado la presencialidad por el empleo de la tecnología y los beneficios que esta les brinda.En el mundo, el cierre de las universidades fue una medida para prevenir el contagio y evitar así la expansión del virus.…”