“…En este contexto, "el concepto de empoderamiento no es nuevo" (Charlier y Caubergs, 2007:9); por ejemplo, los movimientos feministas reivindican desde 1985 la noción de empoderamiento como toma de "poder", resaltando el fortalecimiento de la autoestima y la confianza en sí mismo (Camacho, Martínez y Robert, 2003); además, se vincula con el poder colectivo de cambio de las relaciones de género en los diferentes sectores: económico, político, sociocultural, entre otros (Charlier y Caubergs, 2007); también se considera un proceso complejo (Sosme y Casados, 2016) y que se refleja en el entorno familiar y social de la mujer, por lo que tendrá un efecto positivo en el desarrollo de su comunidad (Murguialday, 2006). El empoderamiento es "un proceso multidimensional de carácter social" (Page y Czuba, 1999en Fang, 2011, mediante el cual las personas ganan el control sobre sus propias vidas, la ideología y los recursos que determinan el poder (Araiza, 2004). Por otra parte, Rappaport (1981 en Cano y Arroyave, 2014) añade que el control de la vida propia se gana "con un entendimiento crítico de su entorno" y propone dos niveles de empoderamiento: individual y colectivo; basados en prácticas dirigidas al desarrollo, la auto-organización y el bienestar social (Colletis y Pecqueur, 1995;Mendizabal y López, 2013).…”