Agustín de Castro recogía en un breve escrito basado en su experiencia la praxis jesuítica en las misiones interiores. La importancia que la Compañía de Jesús otorgaba a esta actuación queda reflejada en que un jesuita tan destacado, ocupante de la Cátedra de Políticas en los Estudios Reales y predicador real, se emplease en el desempeño de esta actividad. Si bien esta labor se realizó en seguimiento de las ordenes cursadas por los Generales desde Roma y el cambio operado en el ámbito misional en el primer tercio del siglo XVII, hemos de entender la implicación de Castro relacionada con su vinculación al Santo Oficio y a la vigilancia del surgimiento de desviaciones de la ortodoxia y moral católica.