“…Esta fase exitosa se materializa tanto en la ambición en la agenda internacional y el multilateralismo (baste mencionar como ejemplos el intento de mediación en el conflicto árabe-israelí, albergando la Conferencia de paz de Madrid en 1991, así como la firma del Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente concluido en Madrid en octubre de 1991), como en la capacidad para "europeizar" las específicas visiones españolas hacia sus dos regiones de máximo interés: Latinoamérica y la vecindad sur del Mediterráneo. En relación con la primera, el establecimiento de las Cumbres Iberoamericanas desde 1991, no solo permitirán un mayor acercamiento con la región, sino que generarán legitimidad para que Madrid sea un interlocutor privilegiado −y se erija en "puente"− entre Europa y Latinoamérica, al menos a lo largo de los años 90's, que culminará con la Asociación Estratégica Birregional euro-latinoamericana en 1999 (Ayuso y Caballero, 2018;Sanahuja, 2013). Y en relación con la segunda región referida, el lanzamiento del Proceso de Barcelona en 1995 regionalizará y legitimará la mirada española hacia la cuenca mediterránea, al menos hasta la implementación de la European Neighbourhood Policy en 2004 y la posterior iniciativa francesa de la Unión por el Mediterráneo impulsada por el presidente Sarkozy en 2007.…”