Las organizaciones dinámicas se caracterizan por su complejidad, incertidumbre y capacidad para evolucionar y adaptarse a nuevos entornos. En los territorios rurales los cambios gestados en las sociedades modernas han propiciado la aparición de la denominada nueva ruralidad, que articula la tradicional dimensión productiva de agricultura con las restantes (social, institucional, ambiental, educativa y cultural), resultando en un ambiente más dinámico, competido y exigente para las organizaciones participantes. En este escenario, modelos horizontales de organización como las cooperativas retoman importancia para materializar la acción colectiva. Para abordar el tema se diseñó una investigación cualitativa, cuyo objetivo fue contrastar los fundamentos teóricos de las estructuras de organización vertical y horizontal para el desarrollo territorial rural. Los principales aportes revelan la idoneidad de las cooperativas como modelos de organizaciones horizontales más flexibles para la gestión del negocio rural. Estas permiten además alcanzar exitosamente una transición desde la teoría (ideal de la acción colectiva) a la práctica (organizaciones sociales hacia fines comunes específicos), basada en los recursos y especificidades del territorio, así como en la sustentabilidad de las funciones por ellas ejecutadas en el tiempo y en la cohesión comunitaria.