“…A pesar de las críticas a estas prácticas, ya sea porque no han sido efectivas (Anderson & Ritter, 2017;Costenbader & Markson, 1998;Raffaele-Mendez, 2003;Tobin, Sugai, & Colvin, 1996) o porque la evidencia da cuenta de su impactos negativo como uno de los predictores más importantes de la deserción escolar (American Psychological Association, 2008;Peguero & Bracy, 2014), estas siguen siendo formas comunes con que las escuelas responden a los comportamientos de sus estudiantes. Aun existiendo evidencia de que contribuyen a que los alumnos pierdan tiempo de instrucción, formen percepciones negativas del clima escolar, y se desconecten y abandonen la escuela (Brown & Rodríguez, 2009;Gregory, Skiba & Noguera, 2010).…”