“…Desde momentos tempranos de la investigación prehistórica llamó la atención en muy distintos yacimientos, en contextos no siempre estrictamente funerarios, la presencia de ciertos restos humanos seleccionados, concretamente del esqueleto de la cabeza. La neta visibilidad de los cráneos, más o menos completos -a menudo interpretados en relación con cultos, o cargados de simbolismo, como supuesta sede del intelecto o del alma (Brück, 1995: 256-7)-, se refleja en la bibliografía mediante términos como 'captación de cabezas' (head hunting), 'máscaras faciales' (masques faciaux), 'cráneos-copa' (skull-cups), etc., frecuentes los dos primeros en la Edad del Hierro (Armitt, 2012;Boulestin y Duday, 2012:149) o ya desde el Paleolítico y Neolítico en el último caso (Bello et al, 2011;Santana et al, 2019;Marginedas et al, 2020), sin olvidar las abundantes y casi intemporales 'rodajas' (rondelles), tenidas por amuletos y a veces asociadas a trepanación (Camps-Fabrer, 1993: 79-87; Georgieva y Russeva, 2016).…”