“…La evolución hacia su reconocimiento, tanto en la legislación nacional como en la internacional, ha sido similar en contextos que en principio parecían muy distintos: primero, el activismo feminista ha sido el encargado de denunciar y abordar esta problemática, seguido por modificaciones en la legislación para que la violencia contra las mujeres sea reconocida como una forma de violencia digna de atención en la política criminal, social e incluso sanitaria. Esto ha culminado en la concepción de políticas, programas y estrategias específicas a múltiples niveles, desde lo local hasta lo internacional (Bernal y otras, 2022; Delage, 2019;Delage, Lacombe & Lieber, 2022;Nativel, 2023).…”