“…La innovación implica asumir riesgos y puesto que el curso 2020-21 se ha desarrollado en una realidad excepcional, debido a las modificaciones que ha obligado la pandemia derivada de la COVID-19, quizá se haya dado el paradigma adecuado para que la innovación educativa haya progresado en el campo de las metodologías, tipología de actividades, recursos educativos y modalidad de enseñanza, principalmente (Monasterio y Briceño, 2020;García Aretio, 2021). Según los estudios revisados, los ámbitos que han quedado en evidencia durante la pandemia han sido la desigualdad educativa y la segregación de alumnos con necesidades educativas especiales (Bonal y González, 2021;Sanz Ponce y López Luján, 2021), la formación docente en metodologías activas (Manzano-Sánchez et al, 2021), el empleo didáctico de recursos digitales Monasterio y Briceño, 2020) o la competencia de aprender a aprender del estudiantado (Feyen, 2020). El AC puede resultar una solución a dichos impedimentos educativos, pues se ha corroborado que facilita la inclusión educativa (Pujolàs, 2012;Latorre, 2018;Torrego y Monge, 2018), ofrece la posibilidad de cambiar el paradigma educativo a favor de una mayor responsabilidad del alumnado (Duran y Oller, 2017) y se presta a ser aplicado también a través de herramientas tecnológicas pues, tal y como afirman Herrada y Baños (2018) esta modalidad "promueve de forma efectiva la adquisición competencias, incrementa el interés del alumnado sobre las materias objeto de estudio, y mejoran los resultados académicos" (p. 21).…”