Partiendo de la religión como esencia antropológica, el objetivo de este trabajo es disminuir el sesgo masculino que se ha dado históricamente a la hora de definir el concepto de ser humano. Para ello, dado que se busca incorporar a dicho concepto cierta visión femenina que lo amplíe y lo haga menos exclusivamente masculino, se analiza la obra poética de dos religiosas carmelitas descalzas como María de san José Salazar, representante de la Edad Moderna, y santa Teresa de Lisieux, representante de la Edad Contemporánea, consideradas personas legítimamente autorizadas para aportar su noción de ser humano a la antropología filosófica. El análisis se centra, en cada caso, en aspectos asumidos como especialmente relevantes para la mujer, no siempre considerados como tales desde la antropología filosófica canónica: el cuerpo y lo afectivo, por un lado, y la conciencia de colectividad más o menos relacionada con la identidad femenina, por otro. En ambos casos, se relacionan estos factores con la experiencia religiosa, sin la cual, sencillamente, no se puede comprender ninguno de ellos. La principal conclusión apunta a la necesidad de reconfigurar el objeto de estudio de la antropología filosófica porque excluir de él a la mujer conlleva problemas ontológicos, epistemológicos y políticos muy difíciles de solventar.