Caracterización del hostigamiento y acoso sexual, denuncia y atención recibida por estudiantes universitarios mexicanos

Abstract

El hostigamiento y acoso sexual (HAS) son expresiones de violencia contempladas en la agenda de investigación-acción de la educación superior, ante la necesidad de generar mecanismos para su prevención y atención. Este artículo analiza la respuesta de estudiantes ante la vivencia de HAS e identifica las razones para no denunciar; en caso de haber denunciado, describe la calidad del servicio de la autoridad universitaria. Se realizaron dos fases metodológicas. La primera fue cuantitativa mediante una encuesta en línea, en que participó una muestra intencional de 2.070 estudiantes (43,2% hombres y 56,8% mujeres). En la segunda, de corte cualitativo fenomenológico, mediante grupos focales y entrevistas, participaron cuatro estudiantes que han vivido HAS, 17 directivos(as) universitarios(as) y 13 integrantes del Programa de Género Universitario. Se reportaron 1.149 eventos de HAS. La mayoría de quienes vivieron HAS decidieron no contárselo a nadie, solo el 2% denunció a una autoridad escolar. El 63% no denunció por considerar el evento como algo sin importancia. De quienes denunciaron, el 44% señaló que las autoridades no hicieron nada. Los resultados se discuten en términos de los obstáculos de género, políticos y socioculturales que existen en la universidad, en materia de atención, sanción y prevención de la problemática.

Construcción, validez y confiabilidad de la Escala de Percepción de Acoso Sexual en mujeres salvadoreñas

“…Por otro lado, una persona puede sufrir de acoso sexual en los diferentes ámbitos de su vida; en el ámbito laboral (da Silva-Fonseca, Martins-Portela, de Assis-Freire, & Negreiros, 2018) y en el académico (Martínez-Román, Rodríguez-Castro & Alonso-Ruido, 2017). De la misma manera, el acoso sexual se puede dar en el trasporte, en espacios públicos (Briseño-Maas, Bautista-Martínez, & Juárez-López, 2017;Echeverría-Echeverría et al, 2018) en espacios nocturnos, teniendo mayor afectación en las mujeres debido a las agresiones y acoso callejero, induciéndolas a percibir un ambiente hostil, el cual les genera miedo (Rodó-de Zárate, Estivill, Castany & Eizagirre, 2019).…”

“…Asimismo, se evidencia que los horarios nocturnos las ponen en mayor riesgo de sufrir acoso sexual; también aquellos lugares de trabajo donde hay más prevalencia del género masculino y/o cuando los puestos de mayor jerarquía están dirigidos por hombres (Gutek,1985;Jaspard, 2005;Jiménez-Mahecha, 2020). Es necesario incidir en el ámbito académico, en el cual también se pueden presentar conductas de acoso sexual, con la excepción de que en las universidades muchas veces es difícil de identificarlas, ya que se espera que sea un espacio de crecimiento personal, donde se mantenga una formación profesional y se fomente la no discriminación y no violencia de género; sin embargo, se ha comprobado el acoso sexual por parte de docentes, administrativos y estudiantes, poniendo en realce las relaciones de poder (Briseño-Maas et al, 2017;Echeverría-Echeverría et al, 2018).…”

La universidad como clave de género, una apuesta para la transformación social

“…La mayor parte de las violencias de género que ocurren en las universidades son invisibles, aún en este siglo es un tema que mantiene un halo vergonzante y de incredulidad sobre la víctima mientras protege y da credibilidad al victimario, siendo esta quizás una de las razones por la cual el porcentaje de denuncias es muy bajo (Echeverría, Paredes y Evia, 2018), nótese por ejemplo, que del total de presuntos delitos sexuales registrados durante el año 2020 en el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses en Colombia, 18,043 casos, solo 0.88% (158 casos) han sido reportados en contra de docentes (INMLCF, 2020).…”

“…Asimismo, el bajo nivel de denuncias sobre estas violencias responde a la misma relación jerarquizada y a los constantes procesos de revictimización que sitúa a las víctimas en un lugar donde deben demostrar haber sido atacadas, pues parece primar la presunción de inocencia sobre el victimario, quien usualmente está en el lugar de poder (Echeverría, Paredes y Evia, 2018). Reconocer que la violencia sucede no es equivalente a asumir una responsabilidad directa sobre la ejecución de ésta; sin embargo, es el primer paso para generar un espacio seguro y modificar de manera eficiente las relaciones violentas a las cuales, como sociedad, nos hemos acostumbrado.…”

“…Las dificultades evidentes en el reconocimiento de las violencias y en los procesos de sanción dificultan la consolidación de un ambiente de confianza para la denuncia, situación que en las IES es reflejo también de lo que sucede a niveles gubernamentales, lo que deriva en más víctimas que desisten de denunciar y prefieren desertar a sus estudios o renunciar a su trabajo. La ausencia de especificidad sobre el tipo de agresiones en un reglamento estudiantil o de trabajo, al menos en Colombia, impide que este se convierta en un antecedente que identifique al posible agresor cuando desee ingresar a otro establecimiento educativo, lo cual abre inmediatamente el acceso a nuevas víctimas, al menos mientras no exista un fallo judicial (Echeverría, Paredes y Evia, 2018).…”