El marfil de proboscídeo, como materia prima para la elaboración de instrumentos, adornos y otros elementos de carácter simbólico o suntuario, ha estado presente en las producciones artesanales desde el Paleolítico superior. Sus propiedades físicas o su carácter exótico hacen que se haya relacionado, principalmente a partir del Holoceno, con las redes sociales y de intercambio y con la representación de las élites que, a partir del III y, especialmente, durante el II milenio cal BC, se desarrollan en diferentes territorios de la península ibérica. En este sentido, el poblado de Cabezo Redondo (Villena, Alicante) constituye, por su amplia secuencia cronoestratigráfica y los cambios socioeconómicos advertidos a través de ella, el marco idóneo para el estudio de la transformación tecno-tipológica y de las categorías de uso y patrones de consumo de los productos ebúrneos en el ámbito del Levante peninsular. Así, durante el Bronce Antiguo se constata un aprovechamiento intensivo del marfil para producir elementos estandarizados, deduciéndose prácticamente todas las fases del proceso. Mientras, durante el Bronce tardío se observa el consumo de objetos singulares de diversas materias primas, muchos de ellos relacionados con los circuitos comerciales mediterráneos, teniendo una especial significación los ebúrneos, para los cuales también se constata un contexto de transformación en un espacio de carácter artesanal especializado.