“…La escasa socialización de los estudiantes, derivada de la disrupción de las clases presenciales, el confinamiento y el distanciamiento social, provocó confusión, falta de concentración, irritabilidad, insomnio, angustia, frustración, ira y miedo, situaciones que pueden provocar ansiedad, depresión y estrés (González Velázquez, 2012;Ochoa-Fuentes et al, 2022;Toctaguano Buri and Eugenio Zumbana, 2023;Vindas et al, 2022). En este contexto, el estrés percibido, considerado como un aspecto ineludible de la vida cotidiana, caracterizado por la dinámica constante entre el individuo y su entorno (Bradbury, 2013), se asocia con la salud física y emocional de un individuo, relacionada con experiencias que escapan a su control (Natalia and Syakurah, 2021;Oducado et al, 2020), y que pueden conducir a la ruptura armónica cuerpo-mente, limitando la respuesta adecuada a situaciones habituales, generando problemas emocionales y cognitivos entre los estudiantes (Naranjo Pereira, 2009).…”