Una de las labores del historiador y del investigador es el estudio de todas aquellas piezas que por su importancia susciten interés desde el punto de vista arqueológico e histórico, sea cual sea su naturaleza. No ha sido éste un parecer común en tiempos pasados. Por ello, quizás, algunas piezas y objetos de indudable valor han sido ocultados o poco estudiados, ciertamente por una equivocada interpretación de su funcionalidad. Nos referimos ahora concretamente a los amuletos fálicos, cuyo contenido real ha sufrido graves distorsiones y algunas interpretaciones que no se adecúan a la realidad. Dos circunstancias, a nuestro modo de ver, han impedido que lleguemos a conocer no sólo su descripción, forma, tipo, etc, sino a veces su simple existencia.