“…Si se determina que el paciente está estable, se debe historiar exhaustivamente al paciente y a posibles testigos sobre el incidente, tomando en cuenta datos importantes como el estado de salud del perro, el contexto de la mordedura (provocado o no); tamaño y raza del perro, que pueden indicar la severidad del daño; heridas o traumas asociados, como lo son las caídas, intervenciones previas al acceso al servicio de salud, tiempo transcurrido desde el suceso, y otros detalles que puedan aportar información sobre el escenario clínico, apoyando al médico a evaluar a los pacientes que se presenten con este mecanismo de trauma (10,11). Es de especial importancia, además, preguntar sobre el estado inmune del paciente, ya sea que presente alguna inmunodeficiencia adquirida o congénita, lo que ayudará en el proceso de determinar la necesidad de tratamientos adicionales (12,13). Al realizar la exploración física, es imprescindible examinar al paciente en búsqueda de datos como: la ubicación de las heridas sobre el paciente, las características (herida punzante o laceración, tamaño o extensión, profundidad), saber si la herida atraviesa varias o todas las capas de la zona afectada, la involucración de articulaciones, presencia de cuerpos extraños, y presencia de zonas fluctuantes que puedan indicar abscesos o infecciones de tejidos blandos; además, siempre es importante analizar la posibilidad de daño a estructuras funcionales como nervios, vasos importantes, o el sistema músculoesquelético, que puedan implicar un manejo más complejo (14,15).…”