Quisiera invitarlos a reflexionar sobre tres puntos que considero claves al abordar el tema de las perspectivas y desafíos de la educación en ciencias experimentales, naturales, matemática y tecnología, en la integración de las cuestiones ambientales. Estos son: el foco de atención cuando nos referimos a las cuestiones ambientales; la identidad valórica de las ciencias en distintos contextos socioculturales; y la dimensión emocional y afectiva asociada a la temática ambiental. Estos puntos son claves por su potencial en la integración de la educación de las ciencias con el tipo de empoderamiento que permita a la ciudadanía responder y resolver sus conflictos ambientales, basado en las competencias y conocimientos requeridos para las transformaciones locales hacia la sustentabilidad socioecológica.Para comenzar, me parece que podemos apuntar a la presencia de una mala costumbre, o más bien un problema terminológico y de enfoque que puede llegar a tener implicancias profundas, cuando nos referimos a las cuestiones ambientales. La temática ambiental a la que nos referimos hoy en día surge hacia fines de la década de 1960 y principios de la de 1970, como una inquietud transversal y global basada en el evidente deterioro del medio ambiente natural. Muchos son los que identifican el libro de Rachel Carson Silent spring (1962) como el primer gran llamado de atención a las posibles calamidades medioambientales que vemos en la actualidad -aunque Aldo Leopold (1949) hablaba de la ética de la Tierra y la conciencia ecológica antes que Carson-.El foco de atención inicial era, en ese entonces, el medioambiente natural. Esto se hace evidente en la dinámica de la época en torno a la problemática ambiental, como queda establecido, por ejemplo, en la Carta de Belgrado de 1975 y en la Declaración de Tbilisi de 1977, ambas instituidas por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en conjunto con el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Unesco-unep, 1976(Unesco-unep, , 1978.Sin embargo, a partir de los años 1980 podemos ver un cambio en el discurso global, reconociendo como sociedad contemporánea que la temática ambiental no solo concierne estrictamente al medio ambiente natural, sino que también se relaciona con otras dimensiones, sobre todo la económica y social.