“…En los últimos años, el género Rosa se ha caracterizado por sus propiedades que van en beneficios para la salud (Uggla et al, 2005;Winther, 2014;Larsen et al, 2003;Winther y Hansen, 2013;Kirkeskov et al, 2011;Lattanzio et al, 2011). Por ejemplo, en los aspectos tales como complementos quimioterapéuticos (Cagle et al, 2014), en dermatología, como estimulador, reconstructor y eliminación de estrías en la piel (Benaiges, 2008); en cosmetología (Esther, 2013); en medicina natural, favoreciendo la resistencia del organismo a las enfermedades, combatiendo los resfriados y los síntomas de la gripe, en la mejora de la digestión, en el combate contra la depresión, en disolución de cálculos y limpieza de riñones y vejiga (Avello e Isaber, 2010;Chrubasik et al, 2008b;Warholm et al, 2003); en nutrición, por sus aportes en vitamina A (Esther, 2013;Valenzuela y Valenzuela, 2014;Parejas y Horst, 1990), en vitamina C (Pirones y Ochoa, 2002;Rodica et al, 2015;Benaiges, 2008;Crețescu y Leahu., 2013;Gomez et al, 1993), en vitamina F, en aceites esenciales (Moure et al, 2001a;Planes et al, 2003), en azucares y como antioxidante (Moure et al, 2001b;Silva dos Santos et al, 2009;Eurides et al, 2011;Cañellas et al, 2008). A raíz de estos hallazgos se comenzó a profundizar en investigaciones sobre las propiedades de las distintas partes de la planta como el aceite de sus semillas (da Silva et al, 2008;Dourado et al, 2000;Franco et al, 2007;Planes et al, 2003;Robert et al, 2006).…”