“…No existe consenso sobre los eventuales beneficios que el uso de estas máscaras pudiera otorgar ya sea para la salud o el rendimiento (Romero-Arenas, López-Pérez, Colomer-Poveda, & Márquez, 2019;Warren, Spaniol, & Bonnette, 2017). Además de la discrepancia de los hallazgos, gran parte de los trabajos publicados refieren a las respuestas fisiológicas agudas provocadas por el uso de estos dispositivos (Andre et al, 2018;Barbieri, 2017;Granados, Gillum, Castillo, Christmas, & Kuennen, 2016;Granados, Jansen, Harton, Gillum, & Kuennen, 2014;Hess, 2017;Jagim, Camic, Jones, & Oliver, 2017;Jung, Lee, John, & Lee, 2019;Maspero & Smith, 2016;Motoyama, Joel, Pereira, Esteves, & Azevedo, 2016;Öncen & Pinar, 2018;Ott, Joyce, & Hillman, 2019;Romero-Arenas et al, 2019;Teodoro, 2017;Teodoro et al, 2019), y los estudios que han investigado las adaptaciones luego de un período de entrenamiento se han limitado a intervenciones de seis semanas (Bellovary et al, 2019;Biggs, England, & Turcotte, 2017;Hultquist et al, 2018;Maher & Figueroa, 2016;Porcari et al, 2016;Probst, 2015;Segizbaeva & Aleksandrova, 2018b;Sellers, Monaghan, Schnaiter, Jacobson, & Pope, 2016), siete semanas (Warren et al, 2017), ocho semanas (Abdelkader, 2018), diez semanas (Sagaste, 2018) o 12 semanas (Segizbaeva & Aleksandrova, 2018a), pero ninguno ha alcanzado las 20 semanas como en el presente estudio. Por último, no hemos encontrado ningún trabajo que refiera el empleo de ETM® en sujetos que asisten a clases de Entrenamiento Funcional.…”