“…A pesar de estos dos formatos que adopta la educación sexual en Chile -como programas de intervención y como planes curriculares-diversos estudios en materia de salud sexual adolescente dan cuenta de la marcada existencia de altos índices de embarazo adolescente, transmisión de ITS, no uso de condón en las relaciones sexuales y violencia en la pareja (Castro-Sandoval et al, 2019;Instituto Nacional de la Juventud [INJUV], 2018;Leal et al, 2018). Estos estudios ponen en duda el optimismo de los informes peliminares de evaluación de la Agenda 2030 en Chile (Consejo Nacional para la Implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, 2017) evidenciando que existen dificultades para cumplir las metas trazadas por la UNESCO (2018), las cuales son adjudicadas principalmente a que los planes y programas son percibidos por el estudiantado como muy básicos, de un marcado carácter biologicista, y exclusivamente enfocado en relaciones heterosexuales (Contreras y Lay, 2017;Obach et al, 2017). Además, las evaluaciones existentes muestran que la educación sexual en Chile, implementada ya sea como programa y/o como plan, tiende a dejar fuera temáticas vinculadas a aspectos socio-emocionales y suele ser de carácter expositivo con poca participación de los estudiantes (Comité de Evaluación de la Ley/OCDE, 2018; Dides et al, 2011;Macintyre et al, 2015).…”