A pesar de los grandes avances científicos y tecnológicos que se han producido en las últimas décadas en el campo de las infecciones que afectan a la humanidad, las enfermedades transmisibles, es decir aquellas infecciones que pueden trasmitirse al hombre por cualquier mecanismo, continúan siendo un problema de salud pública muy importante y nos ofrecen múltiples oportunidades para la investigación.A finales de la década de los sesenta diversas personalidades del mundo de la salud pública, entre ellas el Surgeon General de los Estados Unidos, declararon que las enfermedades infecciosas habían sido conquistadas. La llegada del sida y la incidencia de nuevas infecciones puso de manifiesto que las enfermedades infecciosas constituyen un desafío constante 1 . Tanto la aparición de enfermedades causadas por agentes nuevos (SARS, gripe aviar, nueva gripe por el virus A (H1N1…) como la reemergencia a nivel global o en territorios definidos de enfermedades ya conocidas (tuberculosis, sarampión, rubeola, parotiditis, gastroenteritis por Norovirus) afectan o pueden afectar de manera importante el nivel de salud de las poblaciones de países desarrollados como el nuestro 2,3 . El momento histórico que vivimos se caracteriza por un importante desarrollo de los medios de transporte y comunicación y por un vertiginoso des-equilibrio económico mundial. Estos dos factores, coincidentes en el tiempo, propician un aumento de los viajes internacionales, tanto desde los países industrializados a los de baja renta (mediante el turismo, el comercio o la cooperación) como de éstos a los países industrializados (inmigración económica, adopciones internacionales, refugiados políticos…) 4-6 . Ello conlleva que las enfermedades transmisibles en general y las enfermedades emergentes y reemergentes en particular supongan una preocupación constante para las autoridades de salud pública y que se generen importantes preguntas de investigación en relación a los determinantes de estas patologías.En los últimos cinco años hemos observado en diversas comunidades autónomas que enfermedades que ya no se producían porque había dejado de circular el agente causal (el sarampión o la rubeola, por ejemplo) o que se producían en muy bajo número de casos (hepatitis A, por ejemplo) se han presentado en forma de brotes generados a partir de casos importados. Para algunas enfermedades, como la tuberculosis, la incidencia en la población inmigrante es mucho más elevada que en la población autóctona.Paralelamente a estos fenómenos, la población inmigrante ha aumentado de