“…Ello fue ratificado por la Federación Mundial de Terapeutas Ocupacionales, declarando que las personas tienen derecho a elegir por sí mismas, a no ser presionadas, forzadas o coaccionadas, a no participar en ocupaciones que puedan amenazar la seguridad, la supervivencia o la salud y aquellas ocupaciones que sean deshumanizadoras, degradantes o ilegales (World Federation of Occupational Therapists, 2019). En este contexto, la perspectiva de la Terapia Ocupacional feminista ha surgido para desnaturalizar prácticas de injusticia y erradicar prácticas de violencias y opresiones que viven las mujeres y colectivos marginales en el mundo, y a su vez, para generar prácticas de resistencia (Morrison & Araya, 2018;Lima, 2021). En Chile, nuestra profesión ha debido situarse frente a su responsabilidad política y social de reconstrucción de un país más justo, inclusivo y solidario, frente a las secuelas que hoy persisten heredadas por nuestra historia, como la discriminación, el racismo e inequidades sociales, evidenciadas especialmente en el acceso a salud digna para las mujeres con discapacidad (Dehays et al, 2016).…”