La violencia urbana es el tema más recordado cuando se trata de encontrar similitudes entre Colombia y Brasil. De acuerdo con la nueva confi guración global, la comparación más bien se hace de caso a caso: se comparan ciudades, en lugar de países. Confi rmada la crisis por la que atraviesan los estados-nación en esa nueva realidad política y económica, se buscan puntos de comparación entre las grandes metrópolis, que hoy comparten problemas similares dentro del contexto global (Sassen).1 En el caso de Medellín y Río de Janeiro, la similitud se establece a partir de los crímenes relacionados con el narcotráfi co. La publicación de las novelas La virgen de los sicarios (1994), de Fernando Vallejo, y Cidade de Deus (1997), de Paulo Lins, añade la literatura a la extensa bibliografía sobre el problema, compuesta por obras escritas en casi todos los campos de investigación. El presente artículo tiene como objetivo contribuir con ese esfuerzo académico a través de la crítica de esas novelas. Su transformación en películas de gran éxito transnacional será también tomada en cuenta.
SICARIOS Y CIUDADANOS DEL MUNDOLas dos obras, al presentarnos narradores inmiscuídos en los hechos narrados, se sitúan en un género fronterizo entre la fi cción y el testimonio. En ambos casos, los narradores son testigos de la violencia que describen, hasta alcanzar una clara participación, como bien lo ilustra La virgen de los sicarios (Vallejo).2 Asimismo, los personajes narradores garantizan al lector el haber nacido en el mismo sitio donde ocurre la historia que cuentan. Sin embargo, hace tiempo salieron de ahí. Se narra, especialmente en la novela colombiana, la vuelta de un hijo pródigo al sitio donde nació, lo cual, a través de la distancia temporal y espacial, transforma su retorno en una evaluación ética de los sucesos contemporáneos. Aunque en Cidade de Deus -más relacionada con el bildungsroman-el narrador utilice la 1 Aunque las dos ciudades de que me ocupo en este artículo no estén incluídas en la lista de las "ciudades globales" de Sassen, mantengo la nomenclatura porque, considerando la economía del narcotráfi co, Medellín y Río de Janeiro articulan el espacio económico nacional con los circuitos globales, lo que según la autora, caracteriza las ciudades globales. 2 Las citas son de esta edición.