32 (91) ResumenEl habitar invita a entrelazar espacios y emociones. A partir de las experiencias iniciales de la vida social, el mundo adquiere connotaciones fundantes que, para el sujeto, proveen seguridad ontológica. La trama emocional del habitar permite recrear los espacios de certeza aun en territorios en permanente transformación. La expansión del capital en zonas rurales impone formas de territorialización que constriñen los ámbitos de vida local, reduciendo las escalas en las que se sostienen las prácti-cas y formas de habitar, y que ponen en jaque las construcciones emocionales asociadas a un lugar. Se sugiere aquí que, en tales escenarios, la permanencia de los habitantes -además de otras variables-depende de la modificación de sus formas de vinculación emocional con el medio. La experiencia de pequeños productores rurales de Colliguay en la zona central de Chile, en su tránsito hacia la apicultura, da cuenta de la reinvención del espacio local y de la generación de emociones conjugadas con un territorio que se abre con nuevos significados en aquellas dimensiones antes ignoradas, ya que el cambio ocurre en el contexto de una disminución radical de la escala de vida (de la semilla al polen, del ganado a las colmenas) que, no obstante, permite el reencuentro afectivo con aspectos del medio proporcionales a este nuevo ejercicio. Junto con destacar la emergencia de formas renovadas de vinculación emocional instituidas en el espacio habitado, se destacan la autonomía y la sustentabilidad a que se accede en estos escenarios.PALABRAS CLAVE: EMOCIONES, LUGAR, MEDIO AMBIENTE RURAL, HABITAR, APICULTURA.Recibido: 28-02-2017.Aceptado: 31-08-2017. IntroducciónSolo un sesgo teórico muy pronunciado podría haber omitido las emociones en la comprensión del hábitat residencial. Sin embargo, el sesgo ocurrió y una buena parte del desarrollo de las ciencias sociales ha transitado por la vertiente racional en la interpretación de los fenómenos humanos y, en particular, del acomodo de las personas en el mundo. En su condición basal, dicho acomodo se corresponde con el vínculo afectivo entre lo habitado y quien lo habita. Tal es la fuente de la seguridad ontológica del habitante 5 . Winnicott (1965) sugiere que los fundamentos psicológicos de este vín-culo devienen de la separación del niño respecto de las figuras que lo nutren y de la necesidad de ejercitar algún control sobre ese mundo ajeno que es el no-yo. Los objetos, desde esta perspectiva, se prestan para sustituir lo perdido, evocando la figura protectora, reduciendo la ansiedad y creando la ilusión del control. En este contexto surge el dominio transicional que, al modo de una tercera esfera, se interpone entre la interioridad del sujeto y la exterioridad de las cosas. Esta esfera, sugiere Winnicott, permanecerá como el lugar de reposo para quien se ve enfrentado a la perpetua tarea de 5Usamos aquí el concepto de seguridad ontológica para hacer referencia "a la confianza que la mayoría de los seres humanos depositan en la continuidad de su auto identidad y en la ...
ResumenLas cambiantes relaciones entre seres humanos y árboles en los relatos de los habitantes cordilleranos del sur de Chile invitan a revisar los límites de la comunidad moral para incluir en ella a los seres con que se convive y de los que se depende. La presencia de prácticas mapuches cordilleranas de largo aliento junto con las transformaciones experimentadas por las poblaciones madereras y los relatos de las personas que explotaron los árboles nativos se encarnan en conversaciones que invitan a reformular el vínculo con la naturaleza, tomando como referencia la pluralidad de experiencias locales. Estas voces cordilleranas convergen con aquellas orientaciones filosóficas que reconocen al ser humano como parte y no como centro de un entramado vital de mayores y más complejas dimensiones, a la vez que, en un sentido práctico, con la urgencia de generar respuestas que resguarden la naturaleza y que garanticen la inclusión social y la convivencia intercultural.Palabras clave: comunidad moral, bosque, mapuche, pueblos madereros, materialismo vital. AbstractThe changing relations between human and trees open opportunities in the narratives of the south Andean residents to expand the moral duties towards those beings upon whom humans depend and with whom they live. The existence of long lasting Mapuche cultural practices in the mountainous areas along with the transformations of timber towns and the narratives of people who exploited the native trees in those territories prompt a reshaping of the link with nature by means of the creation of moral duties based upon the diversity of local experiences. Such an alternative coincides with those philosophical orientations that recognize humans as part and not as the center of a vital patchwork. At the same time, it relates to the need of alternatives to preserve nature while guaranteeing social inclusion and intercultural coexistence.
Lo que ocurre a la antropología rural es lo que, desde cierta perspectiva, suele pasar con la ruralidad: se homogeneiza y se invisibiliza. El sujeto rural desaparece. Esta desaparición no es inocente y representa opciones políticas declaradas, ante las cuales la antropología rural debiera pronunciarse. Para ilustrar este argumento voy a citar una opinión publicada en el Diario La Segunda del día 19 de octubre de 2010 sobre las políticas rurales, de Ronald Fischer, Profesor Titular de la Universidad de Chile, del Centro de Economía Aplicada del Departamento de Ingeniería Industrial, que, en parte, representa lo que pueden ser las orientaciones generales actuales del Estado chileno.Fischer se pregunta: ¿Por qué debemos subsidiar a los pobladores rurales para que sigan viviendo en esos parajes? Su reflexión parte de la base según la cual la mayor parte de los/as habitantes rurales se dedican, desde su punto de vista, a una agricultura ineficiente, lo que les mantiene en condiciones de pobreza y de precariedad educacional. Los/as habitantes rurales, desde su perspectiva, son un peso para el sector público y su continuidad en los territorios es una prolongación de su pobreza.¿Qué hacer?, se pregunta Fischer (2010). Plantea que las políticas rurales debieran estimular el éxodo hacia las ciudades, donde finalmente los empobrecidos habitantes rurales puedan encontrar la esquiva modernidad. Es en la ciudad donde podrán acceder a niveles de vida y educación aceptables. Lo que en consecuencia se requiere es transformar los subsidios rurales en subsidios a la movilidad. El argumento de Fischer (2010) importa consecuencias políticas no menores como, por ejemplo, que las políticas de tierras en el mundo indígena sean consideradas como erróneas: "Lo que se necesita es facilitar la transición a las ciudades y no entregar tierras que los mantengan en la pobreza porque son bienes que no se pueden vender" (Fischer 2010:21).El libro La Ruralidad Chilena Actual. Aproximaciones desde la Antropología, una colección de artículos editados por Hernández y Pezo (2010) invita a matizar los planteamientos de Fischer, los que, en resumen, representan, por una parte, una afirmación tácita de una cierta forma de concebir lo rural, y, por la otra, una ceguera absoluta acerca de las especificidades de la ruralidad en nuestro país. El libro convoca, en este sentido, a ver lo que la política propuesta prefiere no ver: el mundo rural en su especificidad histórica, en su diversidad y en su posible protagonismo. La otra mirada, que es la mirada del libro, prefiero presentarla en relación con tres ejes de reflexión que surgen de la lectura de los trece artículos y la presentación que contienen las 388 páginas de la obra. Estos ejes son los de la subordinación de lo rural, su pluralidad, y la definición de su significado. Subordinación Excluyente y el Verticalismo en la Relación con lo UrbanoAutores como Hernán Salas y Juan Carlos Rodríguez (en Hernández y Pezo 2010:45-78) invitan a revisar estas decisiones de orientación racional de máximo resultado y...
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