En el siglo XXI, la industria del fútbol ha crecido más rápido que en todo el siglo XXI. La organización de copas continentales, mundiales de fútbol entre dos o más países sede, la construcción de enormes estadios y el aumento en la condición física y nviel de juego de los futbolistas es una de las caras más publicitadas. Sin embargo, al ser un producto de consumo global, el espectáculo del balompié oculta una serie de explotaciones socioambientales que no han sido discutidas por las ciencias sociales. Algunos clubes y federaciones están implementando proyectos y acciones para mitigar impactos como la huella de carbono y la sustentabilidad energética. Sin embargo, muchos de ellos no están libres de contradicciones ya que, por un lado, son eficientes en cosas como captación de agua pluvial en los estadios, mientras que su construcción se llevó a cabo a partir de la deforestación y despojo. En este sentido, el artículo es una exploración a estas estrategias, así como del fetichismo del fútbol como mercancía, desde una perspectiva socioambiental.
Desde sus orígenes, la historia ambiental se ha convertido en una de las disciplinas que más se ha preocupado por las consecuencias de la degradación socioambiental. El contexto en el que surge se caracterizó por la competencia entre el socialismo real y el capitalista, resultando este último vencedor, abriéndose así el periodo conocido como “el final de la historia”, donde en neoliberalismo se consolidó como sistema hegemónico. Esta situación permeó el desarrollo de la disciplina, lo cual se puede apreciar en que buena parte de sus investigaciones se centran en el estudio de procesos destructivos, dejando en segundo nivel a los organizativos. En este sentido, este artículo busca reflexionar sobre estas cuestiones y presentar algunas propuestas metodológicas y epistemológicas, -productos del diálogo con otros esfuerzos académicos y sociales- que tienen como fin responder a los retos que el neoliberalismo del siglo XXI plantea.
Durante la década de 2010, el Alto Golfo de California cobró una presencia mediática importante debido a la acelerada pérdida de biodiversidad que ocurría en sus aguas. La población de vaquita marina, especie en peligro de extinción, cayó drásticamente debido a que la pesca ilegal de totoaba también las atrapaba. Esta actividad se transformó en una red internacional de tráfico de totoaba encabezada por narcotraficantes mexicanos y mafiosos chinos, y tiene como base las playas locales. La explotación de este animal generó un contexto de violencia, lo que, en el marco de la guerra contra el narcotráfico, derivó en el aumento de la presencia militar. Para poder comprender esta situación, es preciso historizar la relación de los pueblos de la zona con la pesca y analizar sus distintas transformaciones.
La violencia derivada de la guerra contra el narcotráfico en México, iniciada en 2006, es uno de los temas más preocupantes de la actualidad debido a las múltiples desapariciones, masacres,desplazamientos y violaciones a los derechos humanos que se han dado en el margen de este conflicto. Desde la academia, distintas disciplinas emprenden diversos análisis para comprender las causas y consecuencias de este proceso que está en vías de alcanzar una mediana duración braudeliana. Estos acercamientos van desde los estudios culturales, lo simbólico y corporalidades, hasta las dinámicas logísticas de las organizaciones criminales. A pesar de estos esfuerzos, existen múltiples vacíos que es preciso explorar para abonar a la comprensión del fenómeno, siendo uno de ellos el socioambiental. En este sentido, el artículo presenta un balance crítico de los aportes académicos y algunas líneas de investigación que pueden desarrollar la cuestión socioambiental.
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