“…Distintos trabajos han evidenciado el desencuentro entre la normativa que abandera la inclusión como único camino y las prácticas segregadoras desarrolladas que perciben al alumno desde la carencia (Arroyo & Berzosa, 2018;Fernández & García, 2015;J. González et al, 2020;Martínez et al, 2016). En definitiva, la escuela esconde ciertas trampas a la hora de gestionar esta diversidad 'pues a pesar de que debiera ser "lo normal", el espacio escolar sigue siendo un escenario donde la heterogeneidad se disfraza de homogeneidad, donde "lo diverso", se pretende esconder tras "lo mismo" y a la hora de la verdad el único interés de la escuela es producir homogeneidad desde una heterogeneidad reconocida como inherente a la especie humana, pero que resulta molesta en contextos escolares' (García et al, 2018, p. 10) No podemos olvidar, que la atención prestada a los alumnos en situación de desventaja revierte sobre el conjunto del sistema escolar y la investigación internacional acredita la importancia del retorno de la inversión en este ámbito (Pedró, 2012), aunque son escasas las investigaciones que encontramos sobre evaluación de las políticas educativas preventivas de la desigualdad y el fracaso escolar (Cox & Schwartzman, 2009;INCLUD-ED, 2011;Marchesi et al, 2009;OCDE, 2012).…”