“…En todo el mundo, a niñas, jóvenes y mujeres se les asigna la provisión de cuidados no remunerados en sus familias y comunidades en forma arbitraria y diferencial, naturalizando la atención no remunerada de personas dependientes o con algún grado de discapacidad 1 . De tal modo que, tareas como la asistencia con las actividades de la vida diaria, cuidados materiales, económicos o psicológicos, y el sostén del vínculo con el sistema de salud, para la realización del efectivo derecho a la salud de las personas cuidadas 1 , han pasado a ser elementos constitutivos de la experiencia del ser mujer.…”