Recepción de manuscrito: 26 de abril de 2019 Aceptación de versión final: 30 de abril de 2019 resumen ¿Es la economía una ciencia? Probablemente no todavía. Con el objetivo de defender tal hipótesis, este artículo reseña algunos líos de las «ciencias económicas», como las diferencias entre una ortodoxia «científica» (pero, en realidad, reduccionista), y una heterodoxia «holista» (pero sin una síntesis que supere la negación de una ortodoxia indiferente), que mantienen a la economía dominada por mitos. Asimismo, se revisan algunos problemas de la noción ortodoxa de racionalidad: una concepción suprahumana del individuo que simplifica -en extremo-su representación matemática. Tales problemas dejan un agrio sabor a quien estudia «ciencias económicas» para realmente entender la realidad social.palabras clave Ciencias económicas, ortodoxia, heterodoxia, racionalidad, límites metodológicos.abstract Is economics a «science»? Probably not yet. With the aim of defending such a hypothesis, this article reviews some «economic science» problems, such as the differences between a «scientific» orthodoxy (which is actually reductionist), and a «holistic» heterodoxy (but unable to propose a synthesis that goes beyond the contradiction against an apathetic orthodoxy), that keep economics dominated by myths. Also, some problems of the orthodox notion of rationality are reviewed: a supra-human conception of individuals used to -extremely-simplify their mathematical representation. These problems leave a bitter mouth-taste to those who studies «economic sciences» to truly understand social reality.keywords Economic sciences, orthodoxy, heterodoxy, rationality, methodological limits.jelcodes A11, B41, Y70.introducción Alguna vez, la economista inglesa Joan Robinson dijo que:Los economistas ortodoxos se han preocupado mucho por hacer exposiciones elegantes acerca de problemas de menor importancia, lo que distrae la atención de sus discípulos de las realidades desagradables del mundo moderno y el desarrollo de la argumentación abstracta ha ido más allá de la posible comprobación empírica. (1842, pág. 22)