“…En Ecuador se encontró evidencia en jóvenes universitarias de que la violencia sexual sufrida en el noviazgo que terminaba en embarazo no deseado se relacionaba significativamente con asumir -por la presión familiar-la "esposeidad" como el principal rol femenino (Reina-Barreto, Criollo-Espín y Fernández-D'Andrea, 2019), ser madreesposas como lo denomina Lagarde (2005). En otros estudios de Brasil y México se han identificado ambos comportamientos de la familia frente a la violencia de género en relaciones de (ex)pareja heterosexual: apoyo o indiferencia (Gomes, Diniz, Reis y Erdmann, 2015;Rodríguez-Hernández & Ortiz-Aguilar, 2018). En este sentido y retomando los hallazgos familiares señalados en el grupo No-AS, llama la atención el hecho de que una de cada tres adultas del grupo vive con la familia extensa (32,6%), siendo probable que, tras tantos años de convivencia con el agresor, (=15 años, DE=8,9) alguien fuese testigo(a) de la violencia de género y sin embargo, las mujeres de este grupo no buscan apoyo por la violencia sufrida ni en esta fuente, ni en ninguna otra.…”