“…Y si bien este nuevo paradigma político, social, cultural y económico surge en la Europa occidental, será rápidamente incorporado, adaptado y recontextualizado en el Nuevo Continente (Larraín, 1997). En este marco, y particularmente respecto a los cambios de modelos que la modernidad traerá consigo, las élites urbanas desempeñarán un rol fundamental, puesto que tanto en Europa, durante la segunda Revolución Industrial (Levin, Forgan, Hessler, Kargon & Low, 2010), como en América Latina, durante las construcciones nacionales (Almandoz, 2013;Romero, 2014), se harán cargo de liderar importantes procesos que tendrán como principal objetivo el ideal de progreso. De este modo, las ciudades latinoamericanas, particularmente sus capitales, se articularon como escenarios fundamentales para demostrar su participación en el mundo moderno europeo (Gorelik, 2003), permitiendo a las élites gobernantes concretar de manera visual el proyecto nacional que intentaban impulsar y, a la vez, dar cuenta del estado de progreso que se había alcanzado con los años (Almandoz, 2010;Vicuña, 1996).…”