LA CIENCIA EN ESPAÑA, UN ASUNTO PROBLEMÁTICOLa historia de la ciencia española ofrece resultados muy desiguales que no resisten la comparación con las contribuciones precedentes de otras áreas nacionales del continente europeo, tales como Alemania, Francia, Gran Bretaña o Italia, en el periodo que incluye todo el XVII, la mitad del XVIII y la tercera parte del siglo XIX.A un periodo de esplendor medieval como consecuencia de la recepción de la ciencia que aportaron los árabes recién instalados en la Península a partir del siglo VIII, le siguieron los desarrollos científicos y las aplicaciones técnicas del Renacimiento en el siglo XVI, puestas en práctica, sobre todo, en los países americanos recién descubiertos.Sin embargo, cuando el conocimiento de la Naturaleza iba a establecerse sobre fundamentos metodológicos nuevos, como la combinación de experiencia y matemática, entrando con ello en una nueva era respecto del propio concepto de ciencia, la España del Barroco, no sólo no aportó ningún Galileo, Kepler, Descartes, Leibniz o Newton autóctonos, sino que permaneció alejada del pujante desarrollo que las ciencias físico-naturales iban a experimentar a partir la segunda mitad del siglo XVII, iniciando con ello un declive que acabaría arrojándola a un largo periodo de decadencia.Todo ello es de sobra conocido, como lo es también que, si exceptuamos algunas realizaciones en el campo de las ciencias naturales correspondientes a los reinados de Carlos III y Carlos IV en la España de la Ilustración, puede afirmarse que la recuperación de la ciencia en España no se iniciará hasta finales del siglo XIX, coincidiendo con el Sexenio democrático y el inicio de la Restauración, alcanzando importantes logros en las tres primeras décadas del siglo XX, circunstancia que las integra dentro de lo que ha dado en llamarse "Edad de plata de la cultura española", a la que puso fin la Guerra Civil de 1936.No es de extrañar que ante semejante panorama, ya antes de que los nuevos impulsos tomaran cuerpo, se produjese entre escritores, científicos, pensadores e historiadores un periodo de reflexión sobre esta situación, una anomalía que escarnecía a algunos, y que en todo caso chocaba con la importancia que España había cobrado en la época moderna El naturalista Augusto González de Linares (1845Linares ( -1904. Ensayo de una biografía intelectual.
Fundación Ignacio Larramendi 2en otros frentes, incluidas sus aportaciones a diferentes campos de la cultura, como uno de los grandes países occidentales que había sido.De esta manera, la toma de conciencia finisecular sobre la decadencia española, que vendó las heridas de dos generaciones a caballo entre los siglos XIX y XX con los paños de una literatura de corte terapéutico sobre los males de España, tuvo su propia deriva en el territorio de la historia de la ciencia hecha con todos los pronunciamientos clínicos propios del caso: sintomatología, diagnóstico y terapia.La mecha del debate fue encendida por el mejor matemático del siglo, José Echegaray, futuro Premio Nobel de Literatura, el 11...