“…Las actividades en una universidad pública revelan que la intensificación del trabajo con mucha frecuencia interviene con la precariedad y la generación de estrés laboral (Silva, 2020), adicionalmente, la vida de un docente es un acto de equilibrio constante en el que se trata de hacer malabarismos con las responsabilidades personales y profesionales bajo el estrés generalizado de manejar las expectativas en una cultura a menudo muy competitiva (García & Vélez, 2018), el sistema asume que los docentes deben ser lo suficientemente experimentados y resistentes como para soportar toda la presión que conlleva el trabajo, ser miembro de la facultad en una universidad puede ser una de las carreras profesionales más gratificantes, pero también se ha convertido en uno de los trabajos más estresantes (Lashuel, 2020). Muy pocas universidades públicas ofrecen capacitación o ayuda en la gestión de proyectos y equipos, liderazgo, tutoría y resolución de conflictos, y mucho menos en la conciencia e intervención de salud mental, en otras palabras, según Millán, Calvanese & D'Aubeterre (2017) "aprendemos cometiendo errores que nosotros, y en cierta medida nuestros estudiantes, terminamos pagando directa o indirectamente" (p. 204), las consecuencias negativas para las universidades del estrés laboral, pueden ir de una licencia por salud temporal hasta la jubilación anticipada y una disminución constante de la calidad académica (Barbosa, Tavares & Rodríguez, 2019).…”