“…Así, el profesional podría incurrir en creencias como, por ejemplo, "los progenitores no deben cambiar de residencia con el menor a excepción de casos extraordinarios", o bien podría solo apoyarse en los datos derivados de la literatura científica que sustentan su tesis y/o interpretarlos en función de sus creencias, sin contemplar aquellas fuentes bibliográficas que van en contra de su propia convicción personal (Stahl, 2006). A modo de ejemplo, en varios estudios se expone que el traslado supone un factor de riesgo para el menor (Austin, 2008;Fabricius y Braver, 2006;Shear y Drozd, 2013); sin embargo, como bien sabemos, un factor de riesgo no supone un elemento determinante, si no que indica una probabilidad que variará en función del caso concreto (Austin, 2008). De modo que no es posible generalizar este dato, entendiéndolo como un argumento inamovible en contra del traslado si no como uno de los aspectos a ponderar.…”