Hacer propio lo que es ajeno. Políticas de naturalización en América del Norte.Estados Unidos y México, siglo XIX por Erika Pani*
El Colegio de México
Este artículo hace un análisis comparativo de la evolución de las leyes de naturalización en dos naciones «nuevas» de América del norte, desde la independencia y hasta principios del siglo XX, cuando se pone fin a la «Era de puertas abiertas» durante la cual las políticas migratorias habían sido favorables a quienes venían de fuera. Revela cómo las políticas de naturalización se erigieron como espacios para la expresión, por un lado, los ideales republicanos de pertenencia, y, por el otro para la regulación, por parte de la autoridad, primero estatal, después federal, de la comunidad política.PALABRAS CLAVE: México; Estados Unidos de América; naturalización; migración; republicanismo. «Naturalizar» y «naturalización», «naturalise» y «naturalization» en inglés -en sentido estricto, hacer natural algo que no lo es-son términos torpes, que parecen contener en sí mismos un contrasentido. El diccionario de la Real Academica Española los definía, en 1734, como la acción de «ad-mitir como natural al extranjero en el propio País o lugar», como el derecho «que concede el Príncipe a los Extranjeros, para que gocen de los privilegios, * Agradezco los sugerentes comentarios de José Moya y Pablo Yankelevich, quienes participaron en la sesión «Migración en las Américas. Integrar, seleccionar, excluir» de la XIII Reunión de historiadores de México, Estados Unidos y Canadá (Querétaro, octubre 2010) y de los alumnos del curso «Los caminos de la ciudadanía» (El Colegio de México, 2011). Agradezco también el apoyo del Programa Interinstitucional de Estudios de la Región de América del Norte. Indias, 2012, vol. LXXII, núm. 255 Págs. 349-376, ISSN: 0034-8341 doi:10.3989/revindias.2012 como si fueran naturales del Reino». El diccionario Merriam-Webster alude a un significado similar en inglés ya para mediados del siglo XVI. En la América independiente, un mundo que se concebía como «nuevo» e insuficientemente poblado, el asunto adquiriría nuevas complejidades con la «Era de las Revoluciones»: una vez rotos los lazos supuestamente naturales e indestructibles que unían al rey con sus vasallos, ¿qué iba a estructurar la comunidad política? Ahí donde la nación se proclamaba soberana, la naturalización implicaba no solo dar acceso -que podía ser parcial y estar condicionado-a los privilegios de un reino o de una ciudad 1 , sino abrir la puerta a la comunidad que era fuente de la autoridad política. Se trataba de un trá-mite legal que debía transformar al extranjero en ciudadano. Así, a lo largo de un siglo en el que los desplazamientos de población irían en aumento, el forjar un vínculo efectivo entre la autoridad pública y los habitantes que venían de fuera iba a representar una tarea esencial y contenciosa en los nuevos países americanos, no obstante la variedad de experiencias migratorias que estos vivieron. Tanto en México, que nunca representó un foco importante de inmigración -l...