“…Por ello, la argumentación y en este caso, su enseñanza, estará relacionado con el procesamiento cognitivo que el futuro maestro realice de sus emociones, juicios, expectativas y de las decisiones que tome dentro de un escenario sociocultural como lo es el aula de clases (Isen, 2008;Tindale, 2017). Por lo tanto, emociones positivas (disfrute del aprendizaje, alegría), pueden promover un pensamiento flexible, una mejor resolución de conflictos y una mayor innovación, eficiencia y meticulosidad en la toma de decisiones; contrario a las emociones negativas (ira, miedo, tristeza), que pueden obstaculizar un proceso de razonamiento, de resolución de problemas y afectar las relaciones personales (González et al, 2019). En definitiva: "la experimentación de emociones positivas en el aula parece que incrementa las creencias del alumnado acerca de sus capacidades para lograr los objetivos y, también, favorece su compromiso con el trabajo que se le pide" (Oriol-Granado et al, 2017, p. 56).…”