Dentro de la nobleza napolitana, los Carafa fueron sin duda los más fieles y devotos a la Casa de Aragón. Desde 1458 hasta 1576, la familia Carafa ocupó el arzobispado napolitano casi sin interrupción. Su mecenazgo –la restauración del ábside y la cripta de la catedral alrededor de 1500, el Succorpo di San Gennaro–, se sitúa en una perspectiva del patronazgo episcopal napolitano a largo plazo. El objetivo es mostrar cómo la fábrica existente de la catedral determinó las acciones de cada patrocinador desde los tiempos angevinos.