“…Además, la mayoría de los impuestos directos funcionaban sobre bases imponibles a menudo petrificadas o con múltiples exenciones, como eran el caso del impuesto sobre los salarios, los beneficios empresariales o las rentas del capital (Comín y Martorell Linares, 2013). El impuesto progresivo sobre la renta fue creado en 1932, pero tuvo un papel casi testimonial durante sus primeras décadas y solo fue a partir de la reforma fiscal de 1978 que se convirtió en la pieza central de nuestro sistema tributario (Torregrosa Hetland, 2021). De esta manera, los impuestos indirectos (los llamados consumos, o los que gravaban los monopolios del Estado) gravaban una parte superior de la renta familiar (en torno a un 5 % del PIB) y, de hecho, su peso fue en aumento durante las décadas que siguieron a la Guerra Civil.…”